Son días tensos e históricos en Ucrania, en lo que algunos llaman ya la Tercera Guerra Mundial, debido al inminente enfrentamiento entre Rusia apoyada por China, la gran superpotencia de nuestro siglo por un lado, y la Unión Europea y Estados Unidos apoyando la independencia de Ucrania, con el fin velado de no perder el acceso a los gasoductos que vienen de Oriente y pasan por debajo de la frontera.
Un párroco de la iglesia ortodoxa rusa bendice tropas pro-rusas en las afueras de Crimea. Han sido destacadas ahí por órdenes del Kremlin para “proteger” a la población rusa que vive en Crimea, pero según el religioso “llevan planeando esto 20 años.” 140 mil soldados rusos a las puertas de Ucrania no pueden estar equivocados.
A comienzos de marzo, el parlamento crimeo votó a favor de anexarse al Estado ruso, lo que se decidirá en referendum el 30 de marzo. Rusia, por su parte, planea anexarse Crimea a partir del 21 de marzo (Putin calificó las elecciones como “golpe de Estado”, y arguye la vigencia de un tratado de 1997 para intervenir militarmente en Ucrania, en caso de que la población rusa estuviera en riesgo), a pesar de que el gobierno en Kiev adelantara que se opondrán por todos los medios: saben que Rusia no codicia Crimea solamente, sino que utilizarán este emplazamiento para aumentar su poder sobre Ucrania y la administración de los gasoductos que atraviesan el país y suministran Europa.
A sabiendas de esto, la Unión Europea ha enviado 15 mil millones de dólares al gobierno ucranio para frenar a Rusia. Estados Unidos ha asegurado un asiento en la primera fila del conflicto ante las declaraciones de Obama, al afirmar que “los Estados Unidos estarán del lado de la comunidad internacional, señalando que habrán costos por cualquier intervención militar [rusa] en Ucrania.” ¿Qué tipo de costos? ¿Militares, políticas, económicas, todas las anteriores? Analistas como Brian Becker han llamado “hipócrita” y “arrogante” la postura de Obama y la UE con respecto a la no intervención rusa en Ucrania, siendo que la facción occidental del conflicto tiene claros intereses económicos en que el gobierno de Ucrania refuerce lazos de cooperación con Occidente. Mientras tanto, las negociaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Rusia se han congelado.
Las últimas noticias afirman que los rusos han comenzado a abrir fuego en Crimea. La historia, según Marx, ocurre dos veces: primero como tragedia y luego como farsa. Si como afirma la historiadora Margaret Macmillan, el mundo está cometiendo los mismos errores que lo llevaron a la Primera Guerra Mundial, tal vez justo un siglo después el mundo vuelva a tropezar con la piedra del nacionalismo y el hambre de poder en la Plaza de la Independencia de Kiev, con toda la ironía que desborda su nombre, a fines de marzo. Ucrania sigue siendo, finalmente, la frontera. El desenlace de esta historia –la de la frontera entre los europeístas y el hambre expansionista de Putin– aún está por escribirse.
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